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Tuesday, June 10, 2014

Estrategias de activismo en Facebook

ESTRATEGIAS DEL ACTIVISMO EN FACEBOOK

Freddy Quezada

  1. EL DIAGRAMA CLÁSICO

Recibí gentilmente la invitación a este Foro por parte de la Red de Jóvenes Comunicadores. Les agradecí el gesto y empeñé mi palabra en asistir, bajo la condición que no podía presentar algo definitivo. Les dije, a los dos muchachos que se presentaron a mi despacho, para oír un adelanto de lo que hoy me atreveré a decir aquí, con carácter provisional y, quizás sin ser esa mi intención, provocador, que no podría entregar a la audiencia algo acabado y destinado a algún medio público.

A veces creo que me dejo llevar por una suerte de alucinación y que muchas cosas que pienso, pueden ser extravíos y verdaderos desatinos que, al más educado de los auditorios, no los movería a reír a carcajada batiente, y sería de recibo agradecerlo, pero sí, es seguro, a desplegar una sonrisita piadosa, como esas que uno destina a los privados de cordura o, a los morosos haciendo fila en un banco.

Con la venia, pues, de una audiencia comprensiva, procedo a presentar algunas ideas sobre la agonística en las redes sociales, en especial en Facebook.

Es ya un sentido común, patrimonio de todas las ciencias y de la opinión pública en general, el esquema básico de la comunicación que se compone, de modo relevante, sin ser los únicos componentes, aunque si los más importantes de: emisor, mensaje y receptor.

La historia de la comunicación y sus paradigmas han seguido un orden que empezó con el autor/emisor y está cerrándose, al parecer en un círculo hermenéutico, con el lector/receptor. Creo que tal paradigma sigue o es modelo, a su vez, para que lo sigan otros, de la carga que han llevado a su turno, en la economía y en la política, con el productor, la mercancía y los consumidores, aquella; y el Estado, la constitución y los ciudadanos, esta.

La soberanía del consumidor (economía), el poder de la sociedad civil (política) y las teoría de la recepción (semiótica) han gozado, desde sus campos propios, de los que los teóricos del caos llaman un “enganchamiento de fases”, algo que ellos explican de modo sencillo, y brutal para algunos espíritus delicados, como cuando se descuartiza un pollo y, todas sus partes, vivas aún, palpitan de un modo caótico, hasta sincronizarse poco a poco y acompañarse entre ellas, a un mismo ritmo conjunto.

Hubo una época, de la cual aún hay indicios fuertes en muchas áreas, del despotismo del autor o del emisor. Su palabra, sobre todo si era escrita, era casi emitida como una orden, cuya vigilancia corría a cargo de un cuerpo de intérpretes autorizados. La Biblia, la Ilíada, El Capital, etc. eran los modelos. Autor era casi lo mismo que decir autoridad, de donde, por cierto, derivan ambas de la misma raíz latina. Las vanguardias en política y economía y el intérprete autorizado en semiótica, dominaron el escenario por mucho tiempo, contando con la colaboración pasiva, a veces construidos por ellos mismos, de consumidores, masas y receptores, como cadenas cuantitativas obedientes a regímenes fuertes de verdades. En algunos de los casos, sobre todo los emancipadores, participativos, es cierto, pero no decisionales, ni  controladores desde abajo. Podemos resumir diciendo lo siguiente del emisor:

  • Emisor: despotismo de autor, vanguardias profesionales, regímenes de verdades fuertes, certezas imperativas, liderazgos infalibles, violencia de fundamentos, etc.

A continuación, y todavía hoy son dominantes, surgió la necesidad de descodificar los mensajes a través de su coherencia interna y al margen de la intentio auctoris, de la intención de los autores. Le debemos lo más sofisticado de estos análisis, a los estructuralistas y postestructuralistas franceses, y más tarde, a los estadounidenses. De alguna manera, la obsesión por descubrir lo encerrado como un tesoro en las obras literarias primero y en los mensajes prosaicos después, les llegó de la filosofía de la sospecha y/o del hermetismo, como sugiere Umberto Eco. La idea que detrás de una cosa hay algo oculto que obliga a la experticia a desocultarlo y que, a su vez, esa cosa no es definitiva sino que remite a otra y otra y otra, en un  rehusarse perpetuo, en una metafísica de la presencia, ad infinitum. En manos de los deconstruccionistas, quienes irán muy lejos, esto significará una deriva y diseminación del mensaje, hasta el grado de abrirse a cualquier interpretación.

Quizás el reino del mensaje sea el que se abre, con más flexibilidad que el del autor, a la diferencia. Pero será una diferencia y una polémica entre expertos. Y los códigos que llevarán la agonística, es decir el arte de los combatientes, serán los de emancipación o de mantenimiento del status quo. Es el reino de las obras sagradas en sus mensajes ocultos, sólo publicitables y popularizables por expertos que batallan entre sí por algunas interpretaciones que significarán estrategias de vida o muerte para las causas defendidas a conveniencia y solicitud de los poderes. Los periódicos, las obras canónicas, las constituciones, los programas de los partidos políticos, las obras de arte, las revistas especializadas, los análisis de gran densidad, serán los ejes de este momento en el que los receptores siguen siendo excluidos y tenidos como telón de fondo pasivo y colaborador. Resumamos:

  • Mensaje: códigos emancipadores,  programas de desarrollo, textos liberadores, regímenes de verdades totalizantes,  mensajes esenciales autorizados

Llamamos postmoderno a la entrada de las masas no a la Historia, como creían los marxistas, sino a los medios de comunicación de masas, en especial la televisión que concentró su fuerza en el entretenimiento (films, deportes y música) y en la información, que se la arrebató a la radio. Estos dos territorios (ver y oír) prescindían de saber leer y escribir desde ellos, para situarse en el nivel de esperar ser educado y educar a su vez. El número y el peso de las audiencias, empezaron a inquietar el escenario de los intérpretes autorizados y sus textos sacros. Volvía abrirse un viejo dilema no resuelto: ¿la verdad es un régimen de proposiciones a discreción de una experticia o la mayoría, como siempre se le ha dicho, lleva siempre la razón? Sólo en un escenario donde el número de los usuarios empezó a hablar por sí mismo, o al menos desobedeciendo las voces autorizadas (pensadores e intelectuales), como es el de la INTERNET 3.0, las cosas se abrieron a otros modos de mirarlas. Asistimos así al reino de los receptores, usuarios, consumidores, movimientos sociales, amalgamados unos sobre otros con agendas cultas, búsqueda de relajamientos en cine, deportes, música y archivos gigantescos, seguros, para echar mano de ellos en cualquier momento y para cualquier cosa. Se debilitaron en toda la línea, los dos momentos anteriores que aún continúan, pero ya conjugados y como subalternos, arrastrados y subsumidos por la ley de los grandes números. 

En los jóvenes cohabitan y se mezclan Gokú con El Quijote; Coelho con Condorito; El Ché Guevara con "My Littel Ponys", Godzilla con Messi. Los usuarios jóvenes de las redes mezclan todo. Para ellos sería algo natural que un jugador metiere un jonrón en una cancha. Lo que pareciera aberración, para escándalo de espíritus delicados y exquisitos, hay que informarles que muchos pensadores y artistas no están lejos de haber efectuado algo parecido.

Tenemos pues, ahora, a unos receptores:

  • Receptor: desobedientes, activos, participativos, muchas veces decisionales y con grandes potencialidades horizontales de controlar desde abajo todas las iniciativa estratégicas, sin necesidad de hacer sentir liderazgos visibles ni permanentes.

  1. FUNCIONES DE LOS MEDIOS EDUCAR, DIVERTIR INFORMAR

Antes de entrar a las estrategias en Facebook, unas pocas palabras sobre las tres funciones de los medios de masas.

Educar, informar y entretener fueron funciones jerarquizadas epistémicamente por el mundo de Gutemberg para los medios de comunicación masivos. Los medios, a partir de la Ilustración europea, debían educar a las masas desde los registros de la alta cultura que siempre ha supuesto energías, sacrifico, disciplina y trabajos pacientes y de frutos no siempre visibles de modo inmediato. Es la prensa escrita, y más tarde la radio, las que al introducir secciones en sus cuerpos y programas, irán separando la información y la diversión, del papel de universidades de bolsillo asignados a los periódicos. El cine, la TV y las redes sociales (el mundo de Mac Luhan) unirán a todas, a veces en desorden y amalgama, bajo el imperio del entretenimiento (convertido en industria), dotándole de ese aire frívolo y superficial que ha servido a sus críticos para descalificarlo. La pelota, incluida como aspecto teórico (desde las interpretaciones finitas de Eco hasta las diseminaciones de Derrida, pasando por el uso en Rorty), está ahora en la cancha de los receptores. Pero es desde ahí, en unión con el dominio que le ha impuesto a autores y textos, donde se ejercen poderes, a veces inconscientes de sí mismos, que nos permiten entrar a una dimensión insospechada de las luchas políticas y el activismo en las redes sociales, en virtud del poder del número, para bien o para mal.

  1. ESTRATEGIAS

Las redes sociales, al menos las dos más populares en Nicaragua, Facebook y Twitter, tienen sus diferencias, para lo que tiene que ver con estrategias de activismo social.  Veamos brevemente. Facebook es un anillo de amigos, con candados cada ciertos tramos de la cadena, que hace rápido, multiplicador y eficaz, entre conocidos, un mensaje. Es apta para construir convocatorias y conspiraciones (permite grupos cerrados de discusión), más o menos seguras, entre amigos muy cercanos.  Es la televisión interactiva de nuestros tiempos.  En cambio, Twitter, es la radio, más rápida y sin candados por conglomerados. Es menos interactiva y más abierta. Sirve, entre otras cosas, para sincronizaciones de campañas mundiales, a través de temáticas presididas por el signo de numeral, llamadas hashtags.

Para nadie es un secreto que las luchas más representativas de los últimos años (Primavera Árabe, Indignados, Ocuppy Wall Street, el caso de los estudiantes en Venezuela, Chile, el de la clase media en Brasil, el #BringBackOurGirls, la abdicación del Rey en España, etc), han sido desplegadas en las redes sociales, reflejando de un modo co-participativo el fenómeno en el mundo euclidiano, real,  sea como información instantánea, a través usualmente de Twitter, o a través de foros ásperos y rudos, muchas veces, y estrategias de convocatorias para conspirar directamente en marchas y contramarchas, apoyos o censuras, como en Facebook.

Probablemente las redes sociales sean los nidos más activos de militancia social blanda de nuestra era. Pero lo que en ellas domina no es solamente los regímenes de discursos clásicos, sino también el número de seguidores de personalidades de reconocimiento internacional, como artistas, atletas y presentadores de televisión, cuyas expresiones, por muy frívolas o desaliñadas que sean, muchas veces hacen tambalear las hipótesis más fatigosas y las explicaciones más doctorales que, por lo común, presentan también en las redes, intelectuales y expertos.

La cuestión abre la relación que guardan el poder del número y los regímenes de verdad. El peso de las opiniones por su muchedumbre, o doxas,  contra las virtudes demostrativas de un grupo pequeño de ilustrados. Los muchos contra los pocos. Por ejemplo, qué relación podría guardar la demostración del poder de los medios en el asunto venezolano, por parte de Ignacio Ramonet en contra de lo que opina otro de sus iguales, pero de signo opuesto como, pongamos por caso, Ibsen Martínez y ambos intelectulaes, frente a lo que dice Rihana, Paris Hilton, las Kardashians, Madonna o Jared Letto. El número de seguidores ya habla por sí mismo, a través de dirigencias indolentes y permisivas. Y si bien, en términos de número de seguidores, los Ramonet o los Borón, por muchos libros que escriban, no pueden derrotar a las estrellas y sus boutades, sus excentricidades, sí, al menos, le ofrecen resistencia otros de sus iguales, aunque de signos opuestos, con tanto peso como los adversarios, pongamos por caso, los Oliver Stone, Michael Moore, Sean Penn, Danny Glover y Antonio Banderas.

Y este es el nudo gordiano que nos tiene reunidos hoy alrededor de estas ideas igual de explosivas y caóticas que su objeto. Hoy más que nunca la política es una ciencia porque calcula, un arte, porque crea oportunidades que se deben aprovechar a fondo y un juego, sobre todo un juego, porque nos procura un placer que nos hace olvidar la bondad de los fines a los que nos obligamos, muchas veces con crueldad y ceguera. ¿Qué estrategias pueden derivarse de tales escenarios? ¿Cómo pueden pequeños grupos de activistas en Facebook triunfar, neutralizar o reducir los costos de una derrota ante quienes se basan a su vez en el poder del número y en un comportamiento de oleadas sucesivas de opiniones, o de apoyo en millones de “like”, a lo que dicen con indolencia y muchas veces sin conocimiento de causas, líderes superficiales de opinión? ¿Pueden ayudar en estos nuevos escenarios regímenes de verdades basadas en densidades y códigos difíciles? Los fines ya no se refinan y complejizan, sino que basta publicitarlos un par de veces para asegurar su certeza y proceder a diseñar estrategias agonísticas que oscilan entre el baile y la guerra. A ratos nos permite creer que su hechizo responde al juego por el juego mismo. Al número contra el número; a Antonio Banderas contra Madonna, curiosamente quiénes representaron, esa vez como aliados, juntos, en una película reciente, a Evita Perón y al Ché Guevara.

A manera de cierre:

1. Hemos pasado sucesivamente de la tiranía del emisor, al hermetismo de los mensajes y a la muchedumbre de los usuarios, reunidos a través del infoentretenimiento. Este es el gran paso adelante, que parece retroceso, de Internet, que rebajó la educación a una información más, al alcance de cualquiera y tal cosa no la pueden perdonar los intelectuales y es la que tiene desesperadas a las Universidades. El infoentretenimiento es el formato que se nos ha impuesto a todos, anudando los 3 momentos del diagrama comunicacional de un modo no lineal. Algo que terminará por devorar hasta los modos clásicos de citar fuentes bibliográficas.

2. El entretenimiento, el dominio que subsumió a los demás, como formato, condiciona todo despliegue de activismo social y político en las redes, al grado que hace cargar a las estrategias de un aire de juego que lo une al baile, en colaboración con el propio fondo que domina a las redes, en particular Facebook, y hace olvidar por momentos sus fines cohabitables con frivolidades, intrascendencias e insignificancias.

3. Las nuevas estrategias se están basando sobre el poder del número y cómo arrastrar literalmente a millones de personas detrás de un proyecto sin líderes carismáticos, un poco como V, personaje que precisamente se usa para enmascarar el anonimato. Para ello, se debe enviar a retaguardia o a logística, a los intelectuales y dar paso a los creativos, a los activistas anónimos que saltan de un lado a otro por el puro placer de desaparecer, a los que se hundan en el gozo de los juegos, a los que amen apostar y hacer de las derrotas un desafío.

4.  Para combatir y fabricar consenso, siempre frágiles, cambiantes y volátiles sobre masas de opiniones favorables, siempre hay que oponerle a una persona seguida por muchos, otra persona con parecido número, pero de signo contrario y, detrás de ella, fabricar oportunidades para aprovecharlas a fondo, como suele ser parte del registro político de todos los tiempos. ¿Para qué fines? Para el que elijan los jugadores.

Muchas gracias, muchachos y muchachas.